En un lugar muy lejano y en una época distinta a esta, vivía una señorita muy poco amable llamada Daphne. Ella vivía con su abuela en una pequeña casa a las afueras de Londres, su madre murió al darla a luz. Ella cargaba en sus hombros una gran culpa por lo que ocurrido con su madre, a causa de esto nunca fue feliz, siempre andaba de mal humor reprochando su vida.
Su abuela, una mujer de pocos recursos hizo lo posible por darle una buena vida, nunca le falto techo ni comida. En su mente siempre añoro que su nieta consiguiera un hombre que la hiciera feliz. Una mañana Daphne fue a la ciudad por víveres y casualmente se topo con un joven muy alegre y con ropas coloridas, Daphne y el joven se miraron fijamente a los ojos. Sin duda alguna la imagen de la señorita no se borraría tan fácil de la mente de aquel joven.
Durante varios días el joven visitaba el lugar de su encuentro, pero sin ningún rastro de ella, dejo pasar su interés.
Daphne días más tarde, visito la ciudad y que suerte la del joven pudo verla otra vez. Sin desaprovechar la oportunidad la invito a verlo en una función del circo, ella lo rechazo, pero el sin intensión de darse por vencido lo intento una vez más, y lo consiguió pero con una condición, si no se divertía, ella se marcharía rápidamente.
Afortunadamente para ambos, esto divirtió mucho a Daphne, y logro darle una sonrisa a la vida. Vio que por más que pasen cosas malas, la felicidad está presente, es el camino que trascurrimos. Sin más nada que decir, esta historia tuvo un final feliz.